Durante la colonia había dos tipos de comercio: de la metrópoli a la colonia y viceversa. Los artículos traídos desde España eran harina de trigo, aceite y vinos, es decir, artículos de primera necesidad. Lo que más se exportaba de la colonia a la metrópoli era la plata… La Nueva España al ser abastecida de materias primas fue creando un lazo de fuerte necesidad con la Corona.
La Nueva España fue el mayor exportador de plata a nivel mundial durante ese periodo. La plata era el único producto “mexicano” exportado en grandes cantidades. Al ser una colonia española, el único aliado comercial de la Nueva España, era la Corona. América era la fuente de riqueza principal de Europa, de ahí basaba su potencial mundial.
Durante el periodo colonial también hubo una fuerte relación con medio oriente, pues grandes barcos españoles partían del puerto de Acapulco hacia China, vía las Filipinas; durante años la Nueva España importó productos como la seda y especias de ese país oriental y de India, lamentablemente esa conexión se perdió unos años después de la independencia. El marco en el cual se desarrolló el comercio en la Nueva España fue establecido por la corona española a base de reglamentos que le permitieron tener un control monopólico de los intercambios ultramarinos y manejar, de igual manera, los intercambios a nivel interno.
A mediados del siglo VXIII la Corona comenzó a dictar disposiciones que terminaron por liberalizar el comercio dentro de la misma estructura imperial, estos cambios culminaron con la promulgación del Reglamento y Aranceles para el Comercio Libre de España y las Indias. En los últimos años de la Colonia, Nueva España experimentó modificaciones debido a los cambios ocurridos en la política comercial metropolitana y al estado bélico permanente en el cual vivía España en ese momento. Ese monopolio comercial empezó a desquebrajarse por las propias decisiones imperiales.
Durante la Independencia, México pasó por uno de sus periodos más violentos e inestables en su historia, lo anterior sumado al cierre de caminos, provocó escasez en las monedas que estaban en circulación. Tanto el ejército Realista como el Insurgente decidieron construir sus propias fábricas de monedas para continuar con el intercambio de bienes y así poder pagarle a sus tropas. José María Morelos y Pavón fue el representante de la acuñación de la moneda insurgente, la cual fue rápidamente falsificada, esta moneda tardó 4 años en ser aceptada entre los comerciantes y en circulación, sólo logro permanecer durante 3 años.
Al liberarse por completo de la influencia de la corona, el futuro del comercio exterior quedaba incierto. Se pensaba con exceso de confianza que al extinguirse la lucha de independencia en el país, los mexicanos sin gran esfuerzo, en unos cuantos años, alcanzarían abundancia y prosperidad, pero distaba mucho de la realidad. La desorganización en las actividades productivas, la escasez de la riqueza y la falta de seguridad, debido a la anarquía reinante, provocó que la minería quedara en estado de paralización, la agricultura se atrasara por la falta de estímulo y vías de comunicación, la industria sólo pudiera cubrir una parte muy pequeña de la demanda interior de artículos manufacturados y que, finalmente, hacienda pública estuviera desquiciada. La única salida de salvación y que ofrecía una perspectiva de progreso era el comercio exterior.
El primer paso que dio el gobierno de entonces fue abrir los puertos: el 15 de diciembre de 1821, el gobierno independiente sancionó los puertos habilitados por decreto de las Cortes Españolas y permitió la entrada de buques de todas partes del mundo al puerto de Veracruz. El 8 de octubre de 1821, por decreto, no solamente se prohibió la entrada de buques españoles sino también sus mercancías, esto debido a la persistente posición de España de no reconocer la independencia de México.
La prohibición se mantuvo hasta el 27 de agosto de 1836, cuando se decidió admitirlos condicionalmente mientras se definía el tratado de paz, mismo que se firmó el 28 de diciembre de 1836. En este contexto, un producto que es nacionalmente conocido y apreciado tomó cierta ventaja: el tequila.
Si bien el tequila no necesita presentación, es necesario mencionar algunos puntos importantes. Esta bebida se define como una mezcla de alcoholes provenientes de la fermentación y destilación del agave tequilana Weber variedad azul, esta es la única variedad de agave, de entre 295 en total, que puede producir tequila.
Desde inicios de la independencia hasta su consumación en 1821, los problemas de importación de las bebidas extranjeras, como el vino español, significaron grandes avances para esta bebida ancestral, pues logro conquistar mercados domestico olvidados o no atendidos. La falta de bebidas alcohólicas que calmaran la sed de la ahora libre Nueva España, provocó que el tequila tuviera un importante auge en Guadalajara, Ciudad de México y en todo el centro del país.
Durante el mismo año de la consumación de la independencia, los productores tequileros promovieron la autorización del libre comercio de la bebida y a pesar de que la apertura del puerto de Acapulco, relegó al puerto alterno de San Blas (principal puerto de comercialización del Tequila) los productores supieron aprovechar la oportunidad, llevando este brebaje a la Alta California, para satisfacer las necesidades de los buscadores de oro que imperaban en esa zona.
Desde ese entonces los productores tequileros, y los catadores también, han sabido sacarle provecho a las circunstancias nacionales e internacionales, favoreciendo su crecimiento y florecimiento en México y el resto del mundo. La música y el arte mexicano supieron contribuir a la popularidad de la bebida y su cruce de fronteras.
En conclusión y después de este viaje a través de la historia, el comercio trajo importantes beneficios para México independiente, una vista hacia el futuro, una oportunidad de desarrollo económico y social y, algo muy importante, tequila en cada una de las gargantas que conforman este gran país.