Algunos habrán olvidado cómo era el mundo previo a la energía globalizadora; una época en la que solo encontrarías algunos bienes en Navidad, en aquellos comercios semi-clandestinos conocidos como “La Pulga”, “El Tianguis”, “Las Segundas” o, más adecuadamente, “Las Fayucas”. Eran bienes que, por regulaciones y restricciones no arancelarias, así como altos impuestos, era imposible que pudieran entrar a una economía y acceder a compradores de clase media-baja, quienes solo podrían comprar a precios accesibles en esos mercados.
La Organización Mundial del Comercio (OMC), que alcanza una plena madurez este 1 de enero de 2025 al cumplir 30 años de su nacimiento, encara una afrenta al ideal de liberalización del comercio mundial y eliminación de barreras no arancelarias.
El haber cursado un programa de verano en el Instituto de la Organización Mundial del Comercio en Berna, Suiza, cuando esta organización acababa de cumplir sus primeros 20 años en 2006, me permitió aprender y reflexionar sobre estos elementos relevantes para que más personas accedieran a un comercio menos privativo.
Muchas doctrinas económicas se cuestionan en la liberalización del comercio, que mundialmente gestó economías emergentes que se beneficiaron y consolidaron con cambios en su forma de liberar el comercio.
México, pionero y promotor de un comercio abierto en Latinoamérica, participó entusiasta en el Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio. Sin embargo, siguiendo una tendencia mundial, en agosto de 2023 México impuso un incremento en aranceles que sacudió a varias industrias. En abril de 2024, incrementó el número de bienes y el monto de los aranceles para iniciar una política proteccionista relevante.
Por otro lado, en el primer período de gobierno de Donald Trump, conocido como Trump 1.0, este intentó imponer aranceles al aluminio y acero de origen mexicano, y otros aranceles relevantes a China. Aun cuando para México esta medida solo duró un año y dio lugar a medidas retaliatorias por parte del territorio nacional contra bienes estadounidenses, a largo plazo debemos aceptar que esos cambios se han convertido en un incremento del valor de los bienes para el consumidor final.
A principios de 2025 observaremos un segundo período de Trump, al que los medios están refiriendo como “Trump 2.0”, en el que, cuando menos temporalmente, estaremos experimentando amenazas de incrementos arancelarios, lo que ya ha anunciado públicamente y que ha generado incertidumbre y consternación en la industria manufacturera.
En este escenario de potencial inestabilidad, las empresas deben adoptar una postura estratégica de anticipación, preparando sus estructuras y operaciones para las oscilaciones del comercio exterior.
¿Cómo prepararse para un período de aranceles y medidas proteccionistas? La capacidad para gestionar la cadena de suministro de manera proactiva en este ciclo tiene una diferencia importante con el pasado: esta diferencia es la tecnología. Con el uso de la tecnología, las empresas pueden revisar previamente los aranceles por país y las medidas no arancelarias en los múltiples orígenes y destinos de una compleja cadena de suministros.
No basta con limitarse a examinar los costos directos de los aranceles; es imperativo realizar un análisis exhaustivo de las posibles barreras no arancelarias que podrían surgir en el camino: regulaciones sanitarias, ambientales, de seguridad, entre otras. La flexibilidad ante estos afrontamientos será un activo impagable para las organizaciones.
Además, las empresas tienen que contar con expertos en aduanas dentro de sus equipos logísticos, como parte esencial de su estrategia de defensa frente a las trabas proteccionistas que amenazan con fragmentar las cadenas de suministro. Por su parte, los especialistas aduaneros tendrán que profundizar en su entendimiento del papel y las reglas de la Organización Mundial del Comercio (OMC), ya que, en una inaplicabilidad de los tratados, los acuerdos de la organización prevalecen para reducir el impacto y mantener la cordura en la importancia que tiene la liberalización del comercio.
El gobierno puede marcar una gran diferencia en el período de Trump 2.0, apostando de nuevo a los instrumentos legislativos que fueron desapareciendo a partir de 2006: implementar una zona de libre comercio en la frontera norte, apoyar a las empresas altamente exportadoras y reducir las múltiples regulaciones y condiciones para las empresas exportadoras.
Si México le apuesta a la facilitación del comercio mediante los esquemas de diferimiento de aranceles, el impacto de los aranceles y de los impuestos indirectos no afectará el flujo de efectivo para las empresas productoras y exportadoras. Esta estrategia puede contrarrestar las amenazas actuales de las políticas de Trump 2.0 y permitir que México mantenga relevancia y estabilidad como país exportador.