Biden llega a la presidencia de Estados Unidos con una estrategia sanitaria para frenar el avance de la pandemia de Covid-19 en su país y más estímulos financieros para impulsar la economía; por lo que si el plan de apoyo de 1.9 billones de dólares se aprueba, se reflejará en México por medio del impulso a su sector exportador y al ingreso de remesas.
Aunque el equipo de Biden no diseñó su plan económico con la intención de apoyar la economía mexicana, sus medidas pueden tener un efecto “colateral” positivo en México, según el economista José Luis de la Cruz, director del instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico.
Todos esos miles de millones de dólares que esta nueva administración va a soltar en sus programas de apoyo a las familias y a las empresas van a implicar un aumento en el consumo de bienes, va implicar la reactivación de muchas cadenas productivas que se conectan con las empresas y las exportaciones de México.
“Son 38 millones de mexicanos que viven y trabajan en Estados Unidos y, al haber esta derrama económica (…) eso va a ayudar bastante a la economía” opinó el presidente Andrés Manuel López Obrador en una conferencia matutina
Esto en base a que las remesas que envían los migrantes representan la segunda fuente de divisas de México, después de las exportaciones automotrices. Y ante la recuperación del consumo de los estadounidenses también se impulsará las exportaciones de manufacturas mexicanas.
El “pero” es que es riqueza importada. El envío de remesas no es a raíz de empleos o producción local, y las exportaciones no son porque esté detonando el mercado interno, sino es por la demanda de EU. Además de que hay un factor que tiene que darse para que el plan de Biden tenga éxito; y es que la economía estadounidense debe crecer durante el primer trimestre para que se recauden los recursos para brindar los incentivos del programa.
Ante la entrada en vigor el año pasado del T-MEC, el analista Arnulfo Rodríguez considera que la relación entre México y Estados Unidos dependerá de que el gobierno de Biden sea flexible ante el cumplimiento de las disposiciones comerciales, laborales y ambientales que se acordaron en el nuevo acuerdo comercial de América del Norte. Esta flexibilidad permitirá que continúe la producción eficiente de la industria automotriz y mejores precios a los consumidores.
En ese sentido, la Confederación Patronal de la República Mexicana (COPARMEX) celebró en un comunicado la investidura de Biden y la consideró como una oportunidad para impulsar el tratado, robustecer el diálogo económico entre los dos países y fortalecer la diplomacia.
Y aunque se vea un escenario positivo, Gabriela Siller, directora de análisis económico financiera de Banco Base, considera que existen posibles contras como la posibilidad de una revisión del T-MEC particularmente el apartado de salarios, o la posible tomas de medidas sanitarias más estrictas que generen mayores costos para los exportadores mexicanos, incluso pronostica que el cumplimiento del T-MEC podrá causar fricciones diplomáticas entre AMLO y Biden, debido a las diferencias en materia medioambiental y energética.
Además de la reactivación del sector productivo, lo cual depende en gran medida de la vacuna contra el Covid-19, Biden tiene por delante retos relacionados con la creación de una economía más justa y sustentable, así como mejorar los lazos con el resto del mundo y organismos multilaterales.
En cuanto a México, es recomendable que el gobierno tienda puentes con el nuevo gobierno estadounidense. Sobre todo por el riesgo de que Biden abra la discusión del salario mínimo y las leyes laborales en el TMEC. Además de que sería positivo que se impulsaran en México las energías renovables tal y como lo plantean los demócratas.