Uno de los temas más importantes en materia de comercio internacional es la importación y exportación de materia prima, tal como las toneladas de mezclilla que entran al país, pasan por maquiladoras y son exportadas como jeans y otras prendas a diferentes países, principalmente Estados Unidos.
Si bien México es productor del algodón, el hilo y la tela; muchas compañías importan la mezclilla a México desde China, Pakistán e India, para que sean convertidos en ropa de marcas importantes como Lee, Levi’s y Nautica. En este caso la mano de obra mexicana es tan productiva, que México poco a poco se consolida como en el principal exportador de jeans a EEUU, obteniendo este año un aumento del 13.03% contra el 1.89% que crecieron las exportaciones de China (el principal exportador actual) al mismo país según informa la Oficina de Textiles y Prendas de Vestir (OTEXA por sus siglas en inglés: Office of Textiles and Apparel).
Ahora, aunque económicamente hablando resulta beneficioso para el país este crecimiento en la industria textil y el lazo comercial con Estados Unidos, la producción de algodón es una de las más dañinas para el ambiente ya que para producir un kilo de algodón se gastan alrededor de 10,000 litros de agua, además de los incontables químicos que se usan para su cultivo – incluyendo insecticidas y pesticidas que afectan al planeta-, lo cual ubica a la industria textil como la segunda más contaminante después de la petrolera, otra de las principales actividades del comercio exterior mexicano.
Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), la expansión de intercambios globales generan preguntas sobre el efecto entre el comercio internacional y el medio ambiente; y no es una cuestión unilateral, ya que cuestiones como el cambio climático también tiene repercusiones sobre los patrones de intercambio entre países, ya que el derretimiento de los polos y el incremento del nivel del mar afectaría negativamente el transporte marítimo (que abarca el 80% del intercambio global en volumen) de mercancías. Esto ha llevado a que en los últimos años se modifiquen los tratados de comercio y se implementen nuevas regulaciones para poder controlar los efectos que tiene el paso del hombre en nuestro ecosistema.
Uno de los tratados más recientes en implementar este tipo de acciones es el Acuerdo de Asociación entre Mercosur-Unión Europea, en el que se enfatiza que de ninguna manera el comercio debe realizar intercambios que afecten negativamente al planeta, y se proponen cambios radicales a las políticas de trabajo para intentar disminuir esto, ya que si bien el incremento de transacciones internacionales puede tener efectos negativos, también puede impulsar prácticas más positivas, como trabajar en sistemas alimentarios que puedan ayudar a disminuir las cifras de personas que padecen hambre en el mundo, haciéndolo de manera sostenible.
Dentro de este contexto, México no se queda atrás, ya que también en nuestro país se han empezado a impulsar tratados con nuestros aliados comerciales que ayuden a reducir el impacto ambiental, como el Programa Frontera 2020, que dentro de sus objetivos contempla reducir la contaminación del aire, mejorar el acceso al agua limpia y segura, promover el manejo integral de materiales y sitios limpios, mejorar la preparación conjunta de respuesta ambiental y fortalecer el cumplimiento de la ley y la promoción de una gestión ambiental responsable; todo esto enfocándose en la frontera México-Estados Unidos para lograr fortalecer los lazos comerciales y dejar de impactar negativamente nuestro planeta.
Poco a poco son más países que implementan nuevas regulaciones y modifican sus tratados para generar más consciencia sobre el impacto ambiental del comercio exterior, porque aunque es imposible dejar de lado las transacciones de las industrias petroleras, textiles y cárnicas (la economía mundial depende de ello) podemos intentar realizarlas de una manera más responsable y poder preservar así nuestro medio ambiente y crear más relaciones de comercio exterior en el proceso.